Majaderías sobre el tiempo

     Ya llevo tiempo meditando sobre el tiempo. A veces pasa rápido, a veces lento. En el tiempo está el verdadero valor de todo. Todos queremos tiempo. El tiempo es la necesidad insatisfecha por excelencia. ¿Cuánto vale el tiempo? ¿Todo el tiempo vale igual? Obvio la respuesta es no, pero ¿a costas de qué? Tan abundante e interminable es el tiempo que parece una cruel ironía que sea la moneda de cambio de la mayoría. Tan infinito el tiempo, y tan poco que nos queda. ¿Y cuánto valen las memorias? Ese es tiempo que no regresa, pero acuchilla el corazón y los pulmones. ¿Cuánto por el futuro? Que pareciera cada vez más incierto, si eso es posible. ¿Y qué del presente, que se escapa entre los dedos como tímido mercurio reflectivo?

    Dios es la unión de conocimiento pleno y tiempo eterno. En Él no hay cambio, no hay potencia, no hay movimiento, porque todo es perfecto. El ser humano es sólo conocimiento, pero no pleno, sino en proceso. El ser humano está condenado al tiempo, por haber participado del conocimiento divino. En la mitología griega, Prometeo priva al ser humano de vida eterna, por orden de Zeus, pero por compasión, Prometeo roba el fuego eterno, símbolo de ciencia y conocimiento, y se lo entrega al ser humano. El Dios judeocristiano, más benevolente en apariencia, también le niega ciencia y verdad al ser humano como condición de vivir en el Edén con Él. La serpiente, en un acto de concientización y rebeldía, nos convence de ser divinos, de reclamar la verdad. Aprendimos a tomar lo nuestro, a exigir. Dios le declaró la guerra al ser humano usando al tiempo como arma, y vamos perdiendo. Nos queda la rebeldía contra la tiranía de Dios, el acto humano más orgánico de nuestra huérfana naturaleza, semidioses dotados de ciencia y y episteme, condenados a una muerte muy pronta.

    ¿Qué es el tiempo para mi? ¿Serán tan cliché mis recién estrenados 37 años? ¿Estoy rememorando el pasado, viviendo el presente, o planeando el futuro? Tal vez los hago todos al mismo tiempo, y cuando falta alguno, es cuando el tiempo se detiene. Pareciere un superpoder, digno de un dios omipotente.

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